El estilo braza es uno de los cuatro estilos de natación que existen, a continuación te contaremos la historia de cómo surge y algunos consejos para mejorar la técnica al practicarlo.
En la antigua Grecia y Roma, la natación era considerado como un deporte de élite, porque solo lo practicaban los reyes y las personas que formaban parte de la clase alta de la sociedad.
Fue entonces cuando se comenzó a practicar dicho nado, porque los guerreros podían colocarse el escudo en la espalda y meterse a la piscina de los grupos contrarios.
El estilo braza también es conocido como “estilo de rana”, por su similitud con el nado de los anfibios.
Se practicó por primera vez en las competencias de natación en los Juegos Olímpicos de Atenas 1896.
Según los expertos, el 50% de la efectividad del nado está en la patada y el otro 50% en la brazada.
En este tipo de nado, el cuerpo debe colocarse de forma horizontal, los hombros salen y entran al agua, con las caderas se realiza el mismo movimiento.
Para practicar este estilo, los brazos deben estar extendidos hacia adelante y las manos juntas. Luego las manos se dirigen hacia arriba y afuera.
Posteriormente se flexiona el codo y las manos van hacia atrás y hacia adentro. Después se vuelven a extender los codos para llevar las manos hacia adelante y regresar a la posición inicial.
Las piernas al igual que los brazos, forman un corazón con los pies. La patada se inicia con las piernas rectas, luego se flexionan las rodillas, se giran las piernas y se flexionan los tobillos.
Para que el nado de braza se realice correctamente, el nadador debe respirar en cada brazada, sin perder velocidad.
La coordinación correcta es brazada, respiración, patada y recobro.
Como en cualquier disciplina es muy importante la constancia para mejorar la técnica y realizar mejores movimientos en el agua.